martes, 24 de marzo de 2009

EL VERDADERO REUTEMANN

Hay algo sospechoso en el discurso de Carlos Reutemann versión 2009.
Es necesario leer y escuchar sus respuestas y después repasarlas con atención. Y luego revisarlas una vez más para confirmar la sensación de que algo se esfumó entre tantos baches sintácticos.
Al fin y al cabo es posible una conclusión: les faltan un pedazo de la historia.
Digamos que Reutemann es quizás el único candidato anti K de largo aliento que puede desaparecer de la escena pública durante años y volver como si nada. Es cierto que ese retorno a la superficie viene de la mano de una meticulosa planificación de prensa que limita sus apariciones a ciertos medios y a algunos periodistas. Son, podría afirmarse, las reglas de juego que todos practican.
Aún así, hay que reconocer que otros candidateables como Cobos, Carrió, Solá o Macri no podrían prescindir ni por 48 horas de aparecer en las tribunas periodísticas opositoras. Ahora bien, el Reutemann que volvió a la superficie viene lavado, impoluto. Se auto exime de rendir cuentas y se desentiende de decisiones de antaño. Suele darse por hecho que fue un gobernador exitoso por haber dejado la caja “emprolijada” y retirarse con alta adhesión electoral. No se considera en ese pantallazo su férreo alineamiento con el abecé del neoliberalismo, que lo llevó a mal vender empresas, represión, desinversión, cierre de hospitales, a armar una Corte propia y a apropiarse de haberes de trabajadores y jubilados. De ahí la idea de un inventario al voleo de hechos y políticas que podrá ser incluido en cualquier cuestionario, de aquí hasta 2011.

Primer aspecto: Reutemann fue un implacable ejecutor de las políticas del Consenso de Washington. Y como tal, un privatizador compulsivo.
El 5 de diciembre de 1995, a días de dejar el gobierno, entregó la empresa de aguas y cloacas a un consorcio europeo, el mismo al que Menem le concesionó Capital Federal y Angeloz, Córdoba. En 1994, junto a su ministro Mercier, obtuvo la autorización ante el Banco Central para privatizar el Banco Provincial, traspaso que consumó en 1996 Jorge Obeid gracias a los votos de la mayoría reutemista. Si la concesión del agua fue un escándalo porque ya en el primer año se renegoció el contrato y en el décimo debió estatizarse, qué decir del Banco General de Negocios, cuyos mandamás –los hermanos Rohm– terminaron prófugos de la Justicia internacional y abandonando el Banco Provincial.Reutemann hizo que sus legisladores aprobaran la venta de la EPE apenas asumió su segundo gobierno, en diciembre de 1999.
Aún así, la oposición del Sindicato de Luz y Fuerza y la crisis económica se lo impidieron. No se dio por vencido: el 1º de mayo de 2002 insistía ante la Asamblea Legislativa con entregarla a un privado bajo la figura de una concesión. Tamaña obsesión resultó calamitosa para la empresa, privada de inversión durante 4 años y con consecuencias al día de la fecha. Luz, agua, banco. Ni los aeropuertos se salvaron.
En otra Asamblea Legislativa, la de 2001, Reutemann anunció que se proponía vender Fisherton y Sauce Viejo.La ley de emergencia económica, bajo la cual gobernó todo su segundo mandato, es otro caso en el que el Lole tiró la piedra y escondió la mano, como en el caso del banco. Repasemos la secuencia.
El 7 de agosto de 1999 Reutemann fue electo con más de 800 mil votos; días después la Casa Gris envió a la Legislatura el proyecto de ley que entre otros puntos recortaba en 13% los haberes de jubilados y salarios de policías, maestros, y personal de salud, entre otros. Impopular y escondida hasta que los votos estuvieron en las urnas, tanto Obeid como Reutemann querían su aprobación cuanto antes.
El 2 de setiembre el gobernador electo pasó el mensaje a los legisladores del PJ: “Anticipar el ajuste es razonable”. Y ahí nomás se despegó: “La ley la envió el gobierno actual, ya dijo Obeid que si no se la aprueban no podrá pagar sueldos”.
Reutemann asumió el 11 de diciembre con el camino allanado.Ese segundo mandato fue el de la crisis. Reutemann asumió con 800 mil votos y sin condicionamientos políticos. Había llegado la hora de ministros-gerenciadores: en Educación, al breve período de Gualberto Venesia le siguió el contador Daniel Germano; y en Salud, al médico Carlos Parola lo sucedió “el gerente” Fernando Bondesío. Los nombres eran irritantes, pero el problema eran las políticas. Lo peor fue Salud: los fondos para reparar la caldera del Eva Perón nunca llegaron y el hospital se cerró por varios meses; el 2 de mayo de 2002 el jefe del Área VIII Lelio Mangiaterra advirtió que “la situación de la salud provincial es tan desesperante que en cualquier momento se empiezan a morir chicos o pacientes cardiovasculares”.
Pegaba la devaluación, el aumento de la demanda, pero también la política de caja: representantes de hospitales iban a la Legislatura a pedir en vano que por ley les reasignaran partidas que el Ejecutivo les negaba.El correlato de los gerenciadores en áreas sociales fue la mano dura policial. El 3 de noviembre de 2000 la Infantería cargó sobre vecinos del barrio rosarino Santa Lucía que cortaban una mano de Circunvalación en reclamo de bolsones. Para que el mensaje llegase al resto de la sociedad, el operativo fue monitoreado en persona por el jefe de Seguridad provincial y agente de la Side Enrique Álvarez. La política de mano dura de Reutemann tuvo su pico de tragedia en diciembre de 2001 cuando las balas policiales mataron a 7 personas.Diciembre de 2001 y las inundaciones de 2003 pusieron en cuestionamiento la independencia de la Justicia de Santa Fe. Sólo la Corte alcanzó como botón de muestra. Quizás envalentonado por el desparpajo con que Menem maniobraba la Corte nacional, aquí Reutemann creó su propia mayoría con incondicionales del PJ, amigos personales o repartiendo una vacante con el aliado extrapartidario al estilo Pacto de Olivos.
Una más. Pocos recuerdan que el 5 de julio de 2002 Reutemann anunció una reforma constitucional para hacer caducar todos los mandatos y elegir autoridades. Una operación política que echaba mano a la Constitución para apuntalar la idea de una candidatura presidencial evitando la interna con Menem. El presupuesto era que si el Lole revalidaba títulos en medio del “que se vayan todos” y a meses de la elección nacional sería candidato natural. Sin mayores explicaciones, el proyecto fue retirado un par de semanas después. A ese intento le seguiría el acuerdo no escrito con Macri y finalmente aquella visión que lo hizo desistir de competir con Menem, a quien pocas horas antes de las elecciones de 2003 daría su apoyo con una histórica foto conjunta.
Se había caído el sueño presidencial que ahora renace. El que crea en Dios que comience a rezar

Por qué un gobernador necesitaría copar los órganos de control y la Justicia con parientes, amigos y bufones si no es para esconder irregularidades e ilegalidades.